La formación en la fe nos interpela a todos y su ausencia afecta a toda nuestra Asociación
La religión no es estorbo: es dinamismo. Partiendo de la idea de que los valores guía-scouts se enriquecen y se potencian con la fe de cada uno, es inconcebible que se desatienda tanto esta dimensión de la persona. A nuestra Asociación debiera importarle sobremanera que cada uno de sus miembros sea un buen creyente y cumpla con entusiasmo sus deberes para con Dios. Un scout que no vive su fe y no la practica no puede ser considerado como buen scout. Como tampoco el que reniega de su patria y la daña, o el que tiene mala conducta en su familia y no hace nada para mejorarse. Ninguno de estos tres aspectos puede ser tomado a la ligera. Es responsabilidad nuestra, no importa el nivel en que estemos, hacer que nuestros scouts sean scouts de verdad. Y la tarea empieza por nosotros mismos, los dirigentes.
El silencio religioso de nuestra Asociación, para decirlo de alguna manera, provoca malestar en muchas personas que se sienten defraudadas por nuestros programas: cada día se extiende una sensación de vacío. Teníamos mejores perspectivas y expectativas cuando nos decidimos por la unidad. El silencio sobre la vida de fe podría ser en alguna ocasión un “olvido”, un lamentable olvido. No así el mutismo. Si la estrategia es bajar las exigencias para mantener y aumentar una membresía en descenso, habríamos errado. Dejar en el olvido el “factor fundamental implícito”, quitarle vigencia como para eliminar alguna traba, para simplificar las cosas, no agrega valor y repugna a muchos. Ser nada no atrae a nadie.
Y varios Grupos católicos, que ya se cansaron de tantos “trámites” para vivir su fe en el Movimiento, han comenzado con su silencio y su desinterés un proceso de éxodo. Podemos estar o no de acuerdo con ello. Pero ahí están los hechos. Al final más de uno puede perder la paciencia y preguntarse, entre otras interrogantes, por qué adultos agnósticos o ateos buscan tribuna en un Movimiento de corte religioso para niños y jóvenes. Muchos de ellos pretenden mantener o renovar la discusión sobre un tema zanjado hace 100 años, como lo hemos tratado de subrayar en estas páginas.
Redescubrir miles de nuevos scouts
Y cerramos estas reflexiones volviendo al lugar en que partimos. Mientras ocurren todos estos olvidos, amputaciones o intentos, la fe de nuestros jóvenes chilenos, scouts o no, dentro y fuera de nuestra asociación, sigue sin recibir orientación por parte de una institución que, a pesar de sus 100 años de experiencia educativa no formal y de su énfasis religioso implícito, parece haber desistido de su misión.
Como dirigentes creemos que nuestra primera responsabilidad, antes que con una institución, es con tales jóvenes. A los jóvenes chilenos de hoy debemos dar un testimonio auténtico, alegre, sin pretensión pero sin ambigüedad, sin imponer pero sin transar. Un testimonio de lo que todo joven puede y debería vivir, aun cuando los mismos adultos de nuestra sociedad no lo hayan logrado.
Nuestro Movimiento debe llegar al alma aún joven de Chile con una experiencia de ser joven ya centenaria. Sin duda no convenceremos a todos de nuestros valores. Pero no terminaremos sentados sin hacer nada por cumplir nuestra Misión.•
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