Lobatos de la región del Bio-Bío se reunieron con cientos de scouts y guías en la catedral de Concepción. La experiencia de un niño en la celebración de los 99 años del escultismo chileno, a continuación.
Mi mamá me acaba de dejar en el colegio. A lo lejos veo que será una tarde a mil por hora. El Akela anda corriendo para allá y para acá, y la Raksha con varios papeles y otras cosas tratando de ordenarse. Pero bueno, aún falta para “colores”, así que mejor aprovecho de jugar un rato con mis hermanitos lobatos.
Pi piiiiii, piiiiii pi, piiiii pi... chuta. Llaman a reunión y se viene el tropel de niños y de jefes. Es el “jefe” Marcelo dirige con ayuda de Akela. A diferencia de otros días, nos han pedido sólo una dinámica o danza por unidad. Idea del Akela… ummm otra señal de que esta tarde va a ser al galope. Terminan ya las danzas, y nos vamos por unidad a trabajar. Per... siempre hay un pero, el dirigente agarra su silbato, y eso sí que es algo inaudito, nunca usa silbato (como que lo tiene para casos de emergencia o cuando en la manada nos portamos mal). Llama a formación general en dos columnas... y cuando Akela silba a todo el grupo, más nos vale correr como hombre que vio a Sherekan.
Ya formados, comienzan las instrucciones del día. Manada, bandada y compañía, tenemos actividad juntos, la tropa y la ruta (hoy pioneros y caminantes) se quedan preparando no sé qué para el aniversario.
Un equipo saldrá a vender “calzones rotos” y otro a recolectar víveres para los damnificados del volcán Chaitén, en el sur de Chile.
Corriendo para todos lados Akela se despide de la Raksha, quien se va con el otro grupo a vender. Supuestamente debemos estar “muy muy, pero muuuy luego (así nos dijo el Akela) devuelta en el colegio…”.
Pero si hay algo que Akela sabe hacer, es cumplir con horas, minutos y segundos… Así que entre trotes para allá, trotes para acá, ya estamos de vuelta en la cabaña. Nos manda a 'arreglarnos', o sea, peinarnos y ponernos ordenados para la misa. La Raksha aún no vuelve y Akela parece preocupado, aunque no sé si será porque el grupo de los calzones rotos no ha vuelto, o simplemente por la Raksha, es un tema que debatiremos con mi manada.
Al rato llega el tío del furgón, y casi junto la Raksha, se va donde el Akela y empiezan a ver cuántos somos, cuántos cabemos, que dónde está el estandarte, etc. ¡Pobre Akela, pobre Raksha! Ambos corren para allá y para acá. Al rato viene el jefe Marcelo, van donde el tío del furgón y nos cuentan. Parece que ya estamos atrasados. El Akela mira y mira su reloj y se lo muestra a la Raksha. Pero ya estamos todos arriba del furgón, y cantando nos vamos a la parroquia, ¡que entretenido suena! Uf! … una misa... pero Akela nos ha dicho que vamos a estar con cientos de otros scouts, y eso en verdad me motiva a mí y a las golondrinas que van con nuestra manada en representación del grupo “Inaleufú” de Concepción.
Cuando llegamos la catedral estaba llena, ¡un mar de guías y scouts! Reconozco que lo que dijo el Akela y Raksha era poco. Con mi manada entramos y cuando vimos tanta gente quedamos 'para adentro’. No había donde sentarse, y muchos colmaban los pasillos.
Lo que más me llamó la atención, aparte de la gente que había, fue cuando al curita le dimos un aplauso matemático. El sonido fue estremecedor. Parece que la acústica de la catedral hace milagros, a medida que íbamos haciendo el aplauso, una onda acústica que estremecía con más intensidad el ambiente… la atmósfera generada dio un misticismo extremo, incluso, cuando se dio el ultimo 'clap' se produjo un silencio cortísimo, seguido de un 'wooooooow' general. La catedral retumbó y el eco de este aplauso no lo olvidaré jamás.
Otras cosas lindas fue cantar los himnos, sobre todo el de manada. Nosotros nos sabíamos todos los que se cantaron, y los dirigentes y guiadoras estaban satisfechos con la representación que llevamos.
Después de la misa salimos y el Akela rápidamente grita 'manada manada manada'. La Raksha trae a las golos. Nos dice que ahora vamos a hacer nuestro grito. El Akela había estado antes en otros grupos y como que “cacha” de estas cosas. Y bueno, para variar tenía razón, hicimos nuestro grito, y después empezaron todos los otros grupos a gritar, pero como vociferaban de a más de un grupo a la vez, no se entendía mucho, pero el nuestro, que fue el primero, se escuchó clarito-clarito.
Antes de irnos, gritamos nuevamente. El Akela se saludaba con jóvenes de los otros grupos, y apenas llegó el tío del furgón, nos subimos y regresamos. El jefe mientras volvíamos nos felicitó, y se notaba que estaba contento. Él sabe que antes no participábamos mucho en actividades zonales, y no sé si será coincidencia o qué, pero desde que llegó el año pasado como que estamos saliendo más.
Ya en la cabaña hicimos colores, el Akela nos felicitó nuevamente delante del grupo, y de ahí, ya había terminado la tarde. Yo miraba a la Raksha y al Akela. Se veían cansados, pero conversaban contentos. Mi mamá llegó a buscarme. Me despedí de un fuerte abrazo de mis jefes y mientras iba en el auto a mi casa, recordé esa tarde, sobre todo la misa. Sentí el retumbar de los aplausos de la catedral.
Lunes 16 de Junio de 2008
De Guillermo Solar para El Patio Scout ® - Edición MBA.
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